“Es entendible que los vecinos de Piedrahíta sientan el cierre del convento. Pero es propiedad privada”

La situación del convento carmelita de Piedrahita, cerrado tras la marcha a Valencia de la comunidad de descalzas que allí habitaba desde hacía casi una década, ha suscitado revuelo en la localidad, especialmente por la marcha también de varias obras de arte que se encontraban en su interior. Preguntado por los periodistas sobre esta cuestión en el transcurso de la rueda de prensa del Día de la Iglesia Diocesana, el obispo de Ávila recalcaba las palabras del Consejero de Cultura de la Junta de Castilla y León: “todo se ha hecho de forma legal”.

“Una cosa es que si yo soy de Piedrahíta y llevo allí toda la vida, he estado junto al convento, pues cómo no voy a sentir que ese convento se cierre. Pero es propiedad privada, para entendernos, de la Federación de Carmelitas Calzados. Y esa propiedad privada no ha hecho nada que sea ilegal, sino que ha llevado esas obras a otro templo suyo de Salamanca, pero que está dentro de la comunidad. Mientras no saquen de la comunidad los bienes, es legal”

En toco caso, como solicitaban desde algunas instancias, no puede haber mediación institucional. “Ahora, todo lo que se puede hacer a nivel de mediación ya será a nivel personal, de diálogo, entre los propietarios y el pueblo”. Explicaba cómo se ha hablado de la posibilidad de traer de vuelta los bienes a la iglesia parroquial, pero siempre será una cesión de la propiedad. “No será porque tengan derecho a ello, sino será una cesión de la propiedad”.

Sobre la posibilidad hablada por algunas instancias de querer hacer un museo para exponer estas obras, Mons. Rico avanzaba que esto supondría unos costes y un mantenimiento. “¿Quién lo mantiene? Recordamos que cuando vinieron estas religiosas (y bendito sea Dios los años que han estado), la diócesis fue la que tuvo que invertir, porque tuvo que arreglar la casa, tuvo que poner ascensor porque la priora tenía dificultades, y todo eso son gastos que a veces no se dice. La Iglesia ha apoyado a las monjas todo lo que ha podido. Lo que ha pasado es que los propietarios dijeron que lo establecido eran diez años, y las religiosas se han tenido que marchar”. 

“Es verdad que entra la sensibilidad, la afectividad de la gente… Pero hay que calibrar las cosas de una manera racional y conforme a ley”, concluía D. Jesús.