“Me gustaría una Iglesia abierta a todos”

Cumpliendo con una tradición de siglos, Ávila dio la bienvenida oficial a su nuevo obispo, saliendo a su encuentro en el límite provincial. Aldeavieja fue el lugar elegido, como lo fue hace 5 años con la llegada de Mons. Gil Tamayo, o hace 20 cuando llegó a la diócesis Mons. García Burillo.

GALERÍA DE IMÁGENES (fotos: Gonzalo G. de Vega)

Con casi 20 minutos de adelanto sobre la hora prevista, D. Jesús Rico llegaba a la iglesia parroquial de Aldeavieja. Allí le esperaba el Administrador diocesano, que fue el primero en saludarle muy afectuosamente. También los distintos miembros del Colegio de Consultores, el Deán de la Catedral, así como el obispo emérito de Salamanca (el abulense Mons. Carlos López), entre otros. También se acercaron a saludar al obispo electo representantes del ayuntamiento de la localidad y de la Diputación Provincial.

Tras bendecir a los asistentes, y bajo un intenso repique de campanas, D. Jesús entraba en el templo, acompañado de los cánticos de los numerosos fieles que habían acudido al sencillo y tradicional acto. Ocupando un asiento en el lateral del presbiterio, el Obispo electo escuchaba atento las palabras de bienvenida de Mons. García Burillo, quien le recordaba el caracter eminentemente rural de la diócesis: “Como ésta, de ALdeavieja, hay otras 245 parroquias en la diócesis. Muy sencillas, rurales en su mayor parte, agrupadas en seis arciprestazgos que le acogen de corazón”.

“Hoy nos sentimos porción de la Iglesia que acoge con gozo a su Pastor y se pone a su disposición”, continuaba el Administrador Diocesano, quien le aseguraba la cooperación de todos los sacerdotes, religiosos y fieles laicos, en este “horizonte nuevo” que se abre para la diócesis.

De igual modo, el párroco de Aldeavieja se mostraba cariñoso con nuestro nuevo Obispo, quien fue su rector durante su etapa de estudios en Roma. Fernando González aseguraba que en sus comunidades parroquiales habían rezado mucho por él desde su nombramiento, “para que el Señor le conceda un corazón como el del Buen Pastor, que sabe ir con el rebaño, animándolo a caminar y tendo tras los que se alejan de él”.

“Os pido vuestra oración, vuestra colaboración y compañía”

Las palabras más esperadas, sin duda, fueron las del propio Obispo electo, quien comenzó con un agradecimiento por todas las atenciones de la diócesis hacia él desde su nombramiento. D. Jesús Rico se mostró en todo momento cercano y sencillo, y se ganó a los asistentes, arrancando sonrisas con la coplilla que su abuela le cantaba acerca de San Sebastián, el santo a quien está consagrada la parroquia de Aldeavieja.

Su hoja de ruta episcopal la debaja marcada desde el principio:”Quiero ser, a imagen del Buen Pastor, signo de unidad y comunión. Animando a caminar juntos como comunidad que comparte carismas y ministerios y se siente llamada a compartir la dicha del Evangelio. Una Iglesia abierta a todos, especialmente a los débiles y pobres de cualquier tipo”.

“El Obispo, como el pastor, hay veces que tiene que ir delante abriendo camino. Otras veces irá con el rebaño, animando, acompañando. Y hay momentos que se tiene que poner detrás, para sostener a los débiles, a los que tropiezan, a los que están cansados. Estos son mis deseos”, confesaba.

“Mi diócesis de Ávila no es ni mejor ni peor que las demás. Tendrá sus problemas, tendrá sus cosas positivas. Pero es la mía y es la que tengo que querer. Y con estos sentimientos vengo a la diócesis. Os pido vuestra oración, vuestra colaboración y compañía para juntos recorrer este camino que el Señor nos traza y el Papa me ha pedido hacer como obispo: como Buen Pastor, ir acompañando y sirviendo al rebaño”, concluía entre aplausos de los asistentes.

Acto seguido, se trasladaba a la cercana ermita de Nuestra Señora del Cubillo, donde, con el rezo del Ángelus y la Salve, ponía en manos de la Virgen su ministerio episcopal.

Una tarde entre tradiciones y sentimientos, que se cerraba con un ágape ofrecido por los mimebros de la cofradía de la Virgen y los fieles de la parroquia, en el que Don Jesús mostró en todo momento su cercanía y participó en las conversaciones con ellos como un abulense más.