Con el rito de la imposición de la ceniza, “que nos recuerda nuestra condición débil”, ha dado comienzo hoy el tiempo de Cuaresma. Un tiempo que nuestro obispo D. José María ha calificado como “una puesta a punto de nuestra vida cristiana”.
En la celebración que ha presidido en la Capilla del Sagrado Corazón, de la Catedral de Ávila, Mons. Gil Tamayo ha asegurado que este tiempo de preparación para la Pascua nos invita a una “purificación de nuestra vida religiosa, una autenticidad, una conversión. Vivimos en una especie de espiritualidad de mantenimiento, por eso ahora es tiempo de que el Señor nos restaure, a todos, empezando por este obispo”.
“Hemos desfigurado el rostro de Cristo por nuestras apatías, egoísmos, pecados. Ahora, como a los viejos cuadros, debemos restaurar sus colores originales, restaurar el rostro de Cristo en cada uno de nosotros. Porque de la Cuaresma no podemos salir igual que entramos”, explicaba D. José María.
Para ello, ha destacado las tres actitudes principales del tiempo de Cuaresma:
- La oración, “y especialmente en este día en que se nos pide rezar por la paz en Ucrania. Estamos ante una invasión injusta que atropella los derechos humanos de una nación independiente. Debemos pedir para que se reitren las fuerzas invasoras, para que cese este drama humanitario, del que ya se habla de cinco millones de refugiados y desplazados. Una guerra donde la humanidad se siente amenazada por la desproporción de las armas”.
- La limosna, “como compromiso hacia los demás, que surge de la oración. Ahora más que nunca hemos de ser especialmente generosos con esa limosna. Podemos y debemos ayudar a esos refugiados. Pongamos en práctica un estilo de vida austero, fijándonos en quienes carecen de lo más necesario”.
- El ayuno, “como desprendimiento de aquello que nos distrae de los demás. Porque vamos siempre con la bandera del taxi bajada, ocupados en nuestras cosas. ¿Dónde queda el otro?”.
Terminaba Mons. Gil Tamayo su homilía pidiendo la intercesión de los santos Cirilo y Metodio, patronos de Europa (cuya fiesta celebrábamos el pasado 14 de febrero), para “que nos ayuden a encontrar la paz y a que desaparezcan las guerras y los odios”.