Despedida en la diócesis a los Padres Paúles

La parroquia de la Milagrosa despidió con aplausos agradecidos a la comunidad de Padres Paúles

Con una Eucaristía en la parroquia de la Virgen de la Medalla Milagrosa (justo unos días antes de que cumpla su 25 aniversario), ayer domingo, 19 de septiembre, la Congregación de la Misión, los conocidos Padres Paúles, que se encargaban de dicha parroquia, decían adiós a su presencia en la diócesis de Ávila. Una presencia que se remonta hasta el siglo XIX. O más bien, dijeron “hasta luego”, pues, como anunció nuestro Obispo D José María, se va a mantener canónicamente el convento, “esperando que un día volváis”.

Y se mantiene, también, la parroquia, una de las más jóvenes del arciprestazgo de Ávila capital. Para ello, ya se anunció hace algunos días el nombramiento del dominico Carlos Rodríguez Linera como su administrador parroquial.

Aún así, ayer la parroquia se vistió de despedida, en un “día triste”, reconocía en su homilía Mons. Gil Tamayo. “A veces las cosas de Dios no las entendemos. Tenemos que aplicar la lógica de Dios que no coincide muchas veces con la lógica humana en cuanto al dolor o el sufrimiento. Hemos de pedir las entendederas de la fe. Y desde ahí entendemos esta marcha”.

Pero quiso ver un signo de esperanza en medio de esta dificultad. “Tengo esperanza de que el Señor de este sufrimiento saque vocaciones. No seamos administradores de decadencia, sino impulsores de evangelización. Estamos en las manos del Señor.  Sigamos con confianza”.

Recordando a los Padres Paúles que han mantenido viva esta parroquia, quiso exhortar a los presentes a mantener viva su herencia, manteniendo viva la propia parroquia a través de lo que llamó “las tres C”: “Culto al Señor, Caridad con los más necesitados (que no es beneficencia, sino que se entrega a tocar ese otro cuerpo de Cristo que son los más pobres), y Catequesis (si queremos continuar con la evangelización)”.

“Les agradezco a los paúles este esfuerzo y sacrificio. Habéis dejado mucho amor de Dios, y esa es una gratitud que tenemos toda la diócesis. No solo hemos de mirar al pasado sino al presente y al futuro. A mí como obispo me toca dar ánimo. No estamos en desbandada”, destacaba Mons. Gil Tamayo, quien recordó asimismo que el carisma vicenciano “no se va de Ávila”. “Tenemos aquí a las Hijas de la Caridad. No entenderíamos nuestra diócesis sin su presencia, sin el aporte de su carisma, que muestra la primacía de la caridad”.

“Sigamos. Esta parroquia tiene que seguir viva. Y a vosotros, queridos hemanos paúles, os recuerdo que esta es vuestra casa. Y que esperamos que algún día volváis”. Tras estas palabras, la molilía del Obispo de Ávila terminaba con un sonoro aplauso de todos los presentes en agradecimiento a la comunidad de frailes que parten ahora de nuestra diócesis.

Una presencia de siglos

La Congregación de la Misión, conocidos como los Padres Paúles, llegaron a Ávila en el siglo XIX. Primero, a Arenas de San Pedro, donde se hicieron cargo del Santuario de San pedro de Alcántara, e impartiendo además más de 200 misiones populares. Después, en 1906 se establecen en Ávila capital, concretamente en el entorno de la Plaza Fuente el Sol, junto a una de las nueve puertas de la muralla, donde se erige una pequeña iglesia dedicada a la Milagrosa. Años más tarde, siguiendo con esta entrega a la educación de los sacerdotes, tomaron la dirección del seminario diocesano de Ávila desde 1922 hasta 1940. 

En 1971 se establece en Ávila el llamado seminario interno de su congregación (lo que conocemos como noviciado). Hasta  que en 1996, siendo obispo Mons. Antonio Cañizares, se erige la parroquia de la Virgen de la Medalla Milagrosa, en el sur de la capital abulense. Allí se traslada toda la comunidad y su noviciado, manteniéndose la casa y la parroquia anexa como “Centro vicenciano de formación”. En unos días, el 26 de septiembre, la parroquia cumplirá precisamente 25 años de vida.