“Acudamos a Cristo para buscar consuelo, para recobrar las fuerzas”

Sin duda ninguna, el de hoy ha sido un Corpus especial. Primero, por la situación que vivimos y que ha impedido que pueda haber procesiones por nuestras calles. Tampoco estaban los niños de Primera Comunión en la Catedral, puesto que la celebración de este Sacramento se hubo de posponer hasta final del verano.

Pero especial ha sido también porque nuestro obispo D. José María presidía la Eucaristía en la Catedral. La primera tras su convalecencia por COVID-19. De ahí que su presencia en el templo haya sido recibida por los asistentes como un gran regalo, al ver de nuevo a su Pastor en la Sede.

GALERÍA DE IMÁGENES DE LA FIESTA DEL CORPUS EN LA CATEDRAL

“Me encuentro muy feliz de estar hoy aquí con vosotros. Gracias a todos por vuestras oraciones, que me han sostenido todo este tiempo. Y gracias también al personal sanitario, que me ha cuidado tanto, con un gran servicio y entrega. Todo ello ha evitado que yo hoy estuviera aparcado aquí”, bromeaba señalando las lápidas de los obispos al inicio de la Misa. Una Eucaristía en la que se completaba ese 50 % del aforo permitido en las iglesias, guardando todas las disposiciones sanitarias pertinentes, y a la que ha asistido también el alcalde de Ávila, entre otros.

En su homilía, D. José María ha puesto de relieve la importancia de la solemnidad del día de hoy, en medio de un momento de tremenda dificultad social como el que estamos viviendo. “En estos momentos en los que experimentamos nuestra fragilidad, la debilidad humana, Cristo nos abre las puertas de la eternidad. Tenemos hambre de Eucaristia, y ese alimento nos da fuerzas para seguir adelante. Por eso queremos que hoy Cristo esté en el corazón de cuantos están sufriendo la enfermedad, en el corazón también de sus familiares, en forma de paz, de consuelo”.

Cristo, señalaba D. José María, que debe ser el centro de la vida de todo cristiano. Y, como tan, hemos de sentirle a nuestro lado, caminar junto a Él. “En Ávila tenemos la suerte de contar con una capilla de Adoración Perpetua. Le debemos una visita a Cristo en medio de nuestros quehaceres”, señalaba. “Acudamos a Él para recobrar las fuerzas para el camino, el consuelo en el dolor. Cristo es presencia , es alimento”.

En el cuerpo de Cristo todos somos uno. Una unidad que ha sido uno de los ejes centrales de las palabras del obispo. “Unidad que echamos de menos en estos momentos. Y que es exigencia y emergencia, una gran necesidad. No tiremos cada uno para nuestro lado y así desgarrar el cuerpo social. No tenemos derecho a la desunión, a la crispación, a la confrontación. Esto es algo que pedimos primero a quienes nos dirigen, pero también a toda la sociedad civil, y por supuesto a la familia, que debe convertirse ahora más que nunca en un verdadero colchón ante la crisis social que nos azota”.

Palabras también para Cáritas en este Día de la Caridad, cuya acción constituye la “mano tendida de la Iglesia samaritana. No vivamos solo este día en una única jornada. Que los obstáculos sociales que encontramos, como el confinamiento, la distancia, el embozamiento de las mascarillas, no nos separe unos de otros, no nos vuelva apestados unos de otros. Todos a una hagamos un esfuerzo de unidad. Ayudar a los mas desvalidos. Hagamos ese esfuerzo de caridad y solidaridad”.

“Hoy quiero pedir para que todos seamos uno. En la Iglesia también. La Iglesia tiene que ser ese hospital de campaña del que tantas veces nos habla el Papa Francisco. Por eso, hagamos de Ávila un lugar de unión. Busquemos el campo y terreno común para lograrlo: esa necesidad perentoria y urgente para con los más necesitados. Con la ayuda de Cristo volveremos no solo a una prosperidad, sino a un estilo nuevo de sociedad: el estilo de la civilización del amor y la solidaridad”, terminaba su Homilía.

Al término de la Misa, se ha vivido un momento de adoración al Santísimo, que después ha pasado entre todos los asistentes en medio de un profundo silencio y respeto. Para terminar, D. José María ha bendecido a los asistentes con el Santísimo, cerrando así una de  las celebraciones más especiales del Corpus que ha acogido la Catedral a lo largo de toda su Historia.