Carta del Obispo: “DOMUND 2019: todos misioneros”

Seguro que de un modo u otro os han llegado noticias, ya sea en vuestras parroquias, en los colegios, en las asociaciones de fieles, en la catequesis de los más pequeños, o por otros medios de la celebración en el presente octubre de un “Mes Misionero Extraordinario” convocado por el Papa Francisco para conmemorar por un lado el centenario de uno de los documentos más importantes del impulso misionero: la carta “Maximum illud” de Benedicto XV, y por otra, y sobre todo, para relanzar aquí y ahora, en este momento de la vida de la Iglesia, un nuevo y efectivo empeño por las misiones en los países lejanos.

Así que este año tenemos, dentro de un mes entero dedicado a las misiones, el popular DOMUND, que tantos recuerdos nos trae a los más mayores con las célebres huchas petitorias en los colegios y por nuestras calles y casas, y que vemos revivir ahora en los más pequeños, solicitando una ayuda generosa para los misioneros.

Ciertamente son la cara más amable y abnegada de la Iglesia, miles y miles de sacerdotes, laicos, religiosos y religiosas, entre ellos unos 11 mil compatriotas nuestros,  que han dejado familia, el propio país, y la comodidad de la vida occidental, para anunciar a Jesucristo en los países más desfavorecidos del mundo. Su mensaje es el de Cristo, cumpliendo su mandato misional de “Id y haced que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a observar todo lo que os he mandado” (Mt 28,19-20). Llevan a todos la salvación que nos ha logrado Cristo, pues Dios “quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad” (1 Tm 2,3-4).

Y a la par que anuncian Cristo y por ello mismo, nuestros misioneros llevan la ayuda al desarrollo con proyectos educativos, sanitarios, laborales, etc., tan necesarios en aquellos países. No son una ONG, sino que muestran con su trabajo en favor de los más pobres la inseparabilidad de la fe y el anuncio cristiano del compromiso social. Están siempre sin retoricas propagandísticas ni intereses humanos al lado de los más pobres. Muestran, en definitiva, que el cristianismo, la evangelización, es transformadora y engrandece al ser humano. Es el mejor bien que podemos hacer por los demás.

En este mes misionero y más en concreto en este domingo del Domund, tenemos una oportunidad no sólo para ser más generosos con nuestra limosna para ayudar a los misioneros. Esto es importante, pero no basta. Hemos de orar por las misiones y pedir a Dios que surjan nuevas y jóvenes vocaciones misioneras que cojan el testigo de quienes ya en las misiones permanecen a pesar de sus muchos años a las espaldas y les tomen el relevo en su generoso servicio.

Pero sobre todo hemos de reavivar en nosotros el celo apostólico, el sentido evangelizador y misionero, que es inseparable de nuestra condición de bautizados. Así nos lo muestra el Papa Francisco, en su Exhortación programática Evangelii Gaudium, cuando señala que “la actividad misionera «representa aún hoy día el mayor desafío para la Iglesia» y «la causa misionera debe ser la primera». ¿Qué sucedería si nos tomáramos realmente en serio esas palabras? Simplemente reconoceríamos que la salida misionera es el paradigma de toda obra de la Iglesia” (n.15).

El Papa Francisco desea poner a la Iglesia de nuestros días en estado de misión permanente, y por ello nos confiesa: “Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación. La reforma de estructuras que exige la conversión pastoral sólo puede entenderse en este sentido: procurar que todas ellas se vuelvan más misioneras, que la pastoral ordinaria en todas sus instancias sea más expansiva y abierta, que coloque a los agentes pastorales en constante actitud de salida y favorezca así la respuesta positiva de todos aquellos a quienes Jesús convoca a su amistad” (EG n.27).

Hagamos realidad con la ayuda de la Santísima Virgen María, Estrella de la Nueva Evangelización, este sueño del Papa en nuestra diócesis, en sus parroquias y comunidades, en nuestros colegios y asociaciones, allí donde se desarrolla nuestra vida ordinaria con nuestro testimonio y oración; seamos bautizados y enviados: la Iglesia de Cristo en el mundo, como reza el lema de este mes misionero.

Con mi afecto y bendición, 

+ José María Gil Tamayo, Obispo de Ávila