La Iglesia, al servicio de la discapacidad

Este 3 de diciembre, celebramos el Día Mundial de la Discapacidad. Con este motivo, en el programa El Espejo de Ávila del pasado viernes nos trasladábamos a la localidad abulense de Martiherrero para conocer más a fondo una realidad que allí, en esta pequeña localidad de la provincia de Ávila, tiene la diócesis desde hace ya unas cuantas décadas.

La Casa Grande de Martiherrero arrancó en 1965 su andadura como una obra social impulsada desde Cáritas diocesana, puesto que en aquel momento ninguna entidad social de ámbito civil quería hacerse cargo de esta realidad Pero ahí estaba la Iglesia, para abrir lo que se conocía como Centro de Educación Especial Santa Teresa. Allí llegaron a estudiar hasta 300 chicos. Pero todo cambió hace unos años. “Lo que no tenemos ahora, precisamente, es el centro educativo, ya que desde el curso escolar 2012-2013, ya no contamos aquí con aulas, y dependemos totalmente de lo que son los servicios sociales”, nos confirma su directora, Ana Teresa Jiménez. Unos servicios sociales que en los años 60 no existían, pero que ahora son ellos quienes “se encargan de esta misión de atender a las personas con discapacidad intelectual. Por eso en la casa ahora mismo tenemos una realidad muy amplia, como puedan ser talleres ocupacionales, Centro Especial de Empleo, residencia, …” Una realidad que, desde septiembre del año 2020, se erige en fundación canónica, tras el decreto del entonces obispo de Ávila, José María Gil Tamayo.

Todo ello maneras de integración y de vida, porque al final es lo que estamos hablando, de vida y de familia, de una familia grande, en la que componéis toda la comunidad de Martiherrero. “Tenemos capacidad para atender a 130 personas con discapacidad intelectual o del desarrollo”, nos cuenta Ana Teresa. “Actualmente atendemos 119 chicos y chicas con discapacidad intelectual. Y efectivamente, son múltiples los servicios que ofrecemos. Tenemos tanto servicio de atención a familias como atención psicológica por parte de la trabajadora social del centro y del psicólogo del centro. Tenemos servicio médico, también tenemos formación, fisioterapia, psicomotricidad, informática y nuevas tecnologías. Si bien es cierto que hay actividades que unas se realizan aquí dentro de la casa, a través de servicios prestados por profesionales que trabajan aquí con nosotros, en la Casa Grande, hay otras diferentes actividades que se realizan a través de participación en la comunidad, en Ávila capital”.

Siempre presentes en las Jornadas Medievales de Ávila, vendiendo sus propios productos hechos en el centro.

Una prueba de la implicación de La Casa Grande con el trabajo y la dignidad de personas discapacitadas es el servicio que ofrecen por ejemplo a través de la lavandería industrial. “Es un centro especial de empleo de iniciativa social que lleva funcionando desde el año 1994, en el que actualmente trabajan 21 personas. Una lavandería que da servicio a muchísima hostelería de Ávila. Gran parte de los clientes que tenemos son hoteles y restaurantes de Ávila”.

O el taller de carpintería, en el que ahora se esmeran para terminar los pedidos navideños que encargan diferentes empresas de Ávila que “de esa manera participan con nosotros también de la inclusión de los chicos de alguna manera”.

La vida en Martiherreo va mucho más allá de todas estas actividades. Es una verdadera familia, y eso se nota tanto en los chicos como en los propios trabajadores. Una idea que comparte su propia directora: “La verdad es que es un sitio al que se viene a trabajar bastante contento, por lo menos es lo que puedo decir. No es una oficina al uso en la que estés metida en un rascacielos o en un edificio cerrado, sino que entre la alegría que dan los chicos y chicas que aquí viven cada día, que son personas totalmente felices con un poquito que tengan (no como nosotros, que necesitamos bastante más para ser felices), y con un entorno incomparable que nos rodea, es un sitio en el que es bastante fácil trabajar.