“Que el mensaje de esperanza que nos trae la Resurrección no se limite a nuestros recintos”

En medio de la más absoluta oscuridad, una luz iluminaba el claustro de la Catedral. La pequeña hoguera, que servía asimismo para calentar a los fieles en una noche aciaga y fría (donde la nieve había hecho acto de presencia), era la imagen de la Luz de Cristo resucitado, que viene a iluminar nuestras tinieblas. A las 22 horas en punto comenzaba allí la Vigilia Pascual, con la bendición del fuego por parte de Mons. Rico García. Él se encargaba asimismo de clavar en el Cirio Pascual los cinco granos de incienso, que representan las cinco llagas de Jesús: los tres clavos que le atravesaron las manos y los pies, la lanza clavada al costado derecho del torso y las espinas sobre su cabeza.

GALERÍA COMPLETA DE IMÁGENES DE LA CELEBRACIÓN (fotos: Gonzalo G. de Vega)

Y desde el claustro, los numerosos fieles que participaban en la Vigilia atravesaban la Catedral a oscuras con la única luz del Cirio, en cuya llama encendían sus velas. También se encendían las luminarias de los pasos de la Hermandad de Nuestra Señora de la Estrella, refugiados en la Catedral desde el Martes Santo por el mal tiempo, y cuyas candelas ayudaron a romper la oscuridad de la noche. Al llegar al altar mayor, se encendieron todas las luces, anunciando así que Cristo había resucitado. 

En el canto del Gloria, las campanas de la Catedral repicaban con fuerza en el exterior anunciando a toda Ávila, desde su punto más alto, que Jesús, el Crucificado, ya no estaba en el sepulcro: había vencido a la muerte y estaba entre nosotros.

“Convirtámonos en heraldos de la Buena Noticia de la Resurrección”

“La resurrección de Cristo no es una ilusión para apaciguar a personas desesperadas o calmar corazones inquietos. No: la resurrección de Cristo es la irrupción definitiva de Dios en la Historia”. Así comenzaba su homilía el obispo de Ávila, en la que repasó la “rica Liturgia” de la Vigilia Pascual. Se detuvo en el hecho del asombro de las mujeres al encontrarse el sepulcro vacío y la roca movida: “Una vez más, Dios nos sorprende. Las cosas no siempre son como pensamos o planeamos”.

“El mensaje del Ángel a las mujeres, además del anuncio, también contiene un mandato. Las mujeres deben acudir sin perder tiempo a Pedro y a los discípulos para darles esta gran noticia y decirles que el Señor les espera. También nosotros, hermanos, debemos superar nuestros miedos, nuestras vergüenzas y preocupaciones y convertirnos en heraldos de la buena noticia de la resurrección de Cristo. También nosotros somos testigos del resucitado. Que el mensaje de esperanza no se limite a nuestros recintos sagrados, sino que llegue a todos. Porque hay que animar a todo el mundo. Y si no lo hacemos nosotros, ¿quién lo va a hacer?”, animaba Don Jesús a los fieles.

Recordando asimismo los Sacramentos de Iniciación Cristiana que iban a tener lugar durante la Vigilia, Mons. Rico destacaba la importancia del Bautismo como conmemoración y actualización del Misterio Pascual, “haciendo pasar a los hombres de la muerte del pecado a la vida. Por tanto, en su celebración debe brillar la alegría de la resurrección, principalmente cuando tiene lugar como es el caso en la Vigilia Pascual”. Estas celebraciones son para nosotros, como explicaba nuestro Pastor, “un motivo para dar gracias a Dios, que sigue abriendo las puertas de la fe a tantas personas en búsqueda”.

Terminaba Don Jesús su alocución con una oración para encender los corazones de todos los bautizados: “Señor, demuestra también que hoy el amor es más fuerte que el odio, que es más fuerte que la muerte. Desciende también a las noches y al inframundo de nuestro tiempo moderno y toma la mano de quienes esperan. Sácalos a la luz. Estate a nuestro lado en nuestras noches oscuras, en nuestras crisis, y sácanos también a la luz. Ayúdanos a descender contigo a las tinieblas de los que desesperan, que te claman desde lo más profundo. Ayúdanos a llevarles tu luz. Hermanos, a Cristo victorioso, a el Crucificado y Resucitado, gritemos con toda la Iglesia, con alegría, nuestro Aleluya”.

Tras la Liturgia de la Palabra, el Obispo, los sacerdotes concelebrantes y todos los fieles se dirigían, cantando las Letanías de los Santos, hacia la Pila Bautismal, ubicada a la entrada de la Catedral. Esta magnifica pieza de alabastro, obras de Vasco de la Zarza, acogía la bienvenida de la Iglesia, por medio del Bautismo, de Andrés y Diego, dos catecúmenos (un niño y un adulto) que recibían el agua santa que más tarde también aspergería Mons. Rico sobre el resto de fieles. Y allí mismo, Andrés y Diego, a los que se les sumó la joven Noemí, recibieron el Sacramento de la Confirmación de manos de Don Jesús, que les impuso el Santo Crisma que él mismo bendijo hace unos días en la Misa Crismal.

Con esta alegría compartida por el camino de la fe de estos tres hermanos nuestros, continuaba la celebración, que terminaba con la bendición de Pascua que impartió Mons. Rico, en la que ha sido su primera Semana Santa en la diócesis de Ávila.

GALERÍA COMPLETA DE IMÁGENES DE LA CELEBRACIÓN (fotos: Gonzalo G. de Vega)

El Obispo, junto con los responsables del catecumenado, dan la bienvenida a la Iglesia a Diego, Andrés y Noemí