La vida de la hermana Marie Claire es fiel reflejo el espíritu de Manos Unidas. Ella misma se benefició de niña de una de las acciones de esta ONG católica de ayuda al desarrollo, y ahora ya adulta, esta religiosa de Camerún ha decicido embarcarse en la aventura de trabajar con ellos para seguir tendiendo todas las manos posibles a zonas deprimidas del planeta. Ahora, en Ávila, cuenta estos días su testimonio de vida en diferentes grupos de la diócesis, como parte de la campaña contra el hambre de este 2024.
La hermana Marie Claire tiene más que claro que Manos Unidas le salvó la vida. Y lo dice no eufemísticamente hablando, sino literalmente. “Yo soy fruto de Manos Unidas. En mi pueblo no había centro de salud. Y cuando llegaron las monjas, las misioneras del Rosario, Manos Unidas les ayudó a construir un centro de salud. Y un día me puse tan enferma, que pensaba que venía mi muerte. Mis padres lloraban, pero enseguida me cogieron y fueron conmigo al hospital. Y cuando después de un día o dos yo veía que me venía de nuevo la salud y la sonrisa, yo salí corriendo con mi mamá, con mi papá, mis padres contentos y yo contenta también. Sin Manos Unidas hubiera muerto, al igual que muchos niños que habían muerto en el pueblo, mujeres que daban luz en casa y que morían los niños o las mamás en el parto porque no tenían ningún centro de salud. Por eso digo que Manos Unida me salvó la vida a causa de ese centro de salud que construye en mi pueblo”.
Esto nos da una clave importante de ver cómo estos proyectos que cada año anunciamos, que se apoyan desde las distintas diócesis de todo el mundo, a través de las diferentes delegaciones de Manos Unidas, tienen su importancia. Y, además de ayudar, generan vocación evangélica, como el caso de Marie Claire: “Cuando vi lo que hicieron las misioneras, tenía ganas de ser yo también misionera. Pero la vocación que sentía dentro de mí misma era ser también enfermera, como esas monjas que me salvaron la vida. Y allí nació mi inspiración y mi sed de ser enfermera. Y ahora trabajo en un centro de salud también construido por Manos Unidas. Por eso, mi vocación viene de Manos Unidas, de esas monjas enfermeras que me inspiraron también para ser enfermera, para salvar vidas”.
La campaña de ese año de Manos Unidas lleva por nombre “El efecto ser humano”, y es una manera de recordarnos que somos la única especie capaz de destruir, pero también de salvar el planeta. Y que además las zonas más desfavorecidas de nuestro mundo son las que más sufren los efectos de este cambio climático. Algo que esta misionera camerunesa ha vivido en primera persona: “Desde que nací hasta ahora ya veo mucho cambio. Desde cuando cultivaba en el campo con mi mamá, cómo cosechábamos, hasta ahora que todo ha cambiado, con lo que nos van importando, cómo va cambiando la tierra, cambiando la naturaleza. Hoy estamos con muchas consecuencias de este cambio de la naturaleza. Yo cultivé antes de hacer el centro de salud donde estamos, y veo de verdad el cambio de lo que el ser humano puede hacer. puede cambiar en negativo, puede cambiar en positivo. Existe mucho cambio que ha producido negativamente y que hoy nos afecta, sobre todo en el tercer mundo. Porque hay poca manera de poder paliar a las consecuencias que estamos viviendo hoy. Yo estoy compartiendo esto mucho, mucho, mucho, sobre todo en África, donde he nacido, crecido y donde he trabajado”.
La hermana Marie Claire está estos días haciendo esa labor de concienciación en muchos sitios, ha estado también con las cofradías, va a estar este fin de semana con los miembros de los movimientos y de las asociaciones de la diócesis, también en este viernes con los más jóvenes. En estos encuentros, lo primero que hace, es mostrar agradecimiento “porque yo les he dicho que Manos Unidas no está trabajando en el aire, porque los proyectos que hacen siguen. Están detrás para ver si de verdad estamos cumpliendo los objetivos”. Pero también les muestra “lo que vivimos en nuestros países del sur, el hambre, la sed, la enfermedad de toda clase y lo que estamos viviendo. Tanto con los jóvenes como con los mayores, en las iglesias donde he pasado, en los grupos de cofradías, de verdad se les veía con un corazón abierto de poder hacer todo lo que pueden, para cambiar un poco esa situación, porque saben que lo que aportan llega a buen puerto”.