Durante el verano, son muchas las localidades de la provincia de Ávila que celebran sus fiestas patronales, momentos de gran fervor para sus vecinos. Así ocurría ayer, 17 de julio, en Las Navas del Marqués, hasta donde se desplazó nuestro Obispo D. José María para presidir la Eucaristía, punto central de las fiestas naveras.
Ante el Cristo de Gracia, tan venerado por los fieles de esta localidad limítrofe con Madrid, Mons. Gil Tamayo habló de la importancia de la Cruz para el crtistiano. “Un pueblo que pone en el centro al Cristo, tiene bien presentes sus señas de identidad. La Cruz no es un signo de banderías, no somos cruzados, somos cristianos. En la cruz se produce el beso De Dios a la herida del hombre, según san Juan Pablo II. Dios abre sus entrañas en la Cruz para abrazar al hombre”.
Una cruz que, afirmaba, no es “señal de división, sino de cercanía. Tener la cruz como signo es una señal de identidad. En un momento como este, con tanta pluralidad, hay que mostrar nuestras señas de identidad”. Pues la cruz es el reflejo de “los valores más grandes de la Humanidad”, por lo que insistía en el “respeto”, pero “sin renunciar a nuestras identidades. No basta con signos externos. Hay que ser coherentes con el significado de la Cruz”.
“Cuando una sociedad se construye en los principios de la Cruz, hacemos un mundo mejor. Con valores que nos hacen ser mejores”, continuaba el Obispo, para pedir después que, con ese objetivo, podamos llevar “a Cristo al trabajo, a la educación, a nuestras relaciones sociales. Sin fundamentalismo, pero si con fundamento”.
Concluía su Homilía con una especial petición por el agua, y por la prevención de los incendios. “Por el trabajo y progreso, para evitar la despoblación… que aprendamos de Cristo”.
Tras la Misa, los naveros acompañaron al Cristo de Gracia por las calles de la localidad, al tiempo que varios niños eran subidos a sus andas para cumplir así con la tradición.
Foto: Álvaro Mateos