Un tiempo propicio para “ser constructores de esperanza para nuestras comunidades y nuestra tierra”, pues “de nosotros, con la ayuda de Dios, depende que muchas cosas sean mejores”. Es la llamada que nos hace nuestro obispo Don Jesús en este inicio del Adviento.
En su mensaje, Mons. Rico recuerda que el próximo Jubileo (que se abrirá en Roma el 24 de diciembre, y en las diócesis el 29 de diciembre) estará íntegramente dedicado a la esperanza. Una de las tres virtudes teologales, que precisamente caracteriza a este tiempo de Adviento. Una esperanza que sólo puede ser firme si tenemos una profunda y enraizada espiritualidad, pues, explica, “quien no conoce a Dios, aunque tenga múltiples esperanzas, en el fondo está sin esperanza, sin la gran esperanza que sostiene toda la vida”.
Insiste Don Jesús en la necesidad de recuperar nuestra esperanza, pero esta solo es posible si miramos al mundo “con los ojos de Dios, descubriendo todo lo bueno que hay a nuestro lado, valorándolo, y al mismo tiempo siendo conscientes de lo negativo para transformarlo desde el mensaje del Señor Jesús. La esperanza es un don que hay que cultivar. Hemos de estar muy atentos a todo lo que nos deprime, nos vuelve desconfiados, susceptibles. Quien espera confía, no se amilana ante las dificultades. El desánimo que a veces nos invade no puede tener la última palabra”.
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