Este jueves comienzan en la parroquia de San Vicente los cultos en honor a Nuestra Señora de la Soterraña, patrona de la ciudad de Ávila, con una Novena que se prolongará hasta el día de su fiesta, el viernes 8 de septiembre. Desde ayer ya se puede ver a la imagen entronizada en el altar mayor de la iglesia, como se puede ver en la imagen.
Cada día, a las 19 h, comenzará el rezo de la Novena en el citado templo, seguida de la Eucaristía. El domingo 3 de septiembre, la Novena se realizará durante la Misa de las 12 h.
Una vez que concluya la Novena y la fiesta de la Soterraña, la parroquia de San Vicente ha programado asimismo una Misa de Difuntos para el sábado 9 de septiembre a las 19:30 h.
La historia de la Virgen de la Soterraña
En el corazón de los abulenses está la devoción a dos vírgenes: la Soterraña y la de Sonsoles. Ambas son patronas de la ciudad, “si bien la segunda extiende su patronazgo a las tierras vecinas del Valle Ambles, quedando circunscrita la de la Soterraña, de modo especial, al recinto ciudadano, con una primacía indiscutida desde mediados del siglo IX, de la que se deduce, lógicamente, un culto muy anterior tributado a esta Imagen, la más primitiva, sin duda, de todas las que se conservan en nuestra ciudad”, podemos leer en la Historia de la Apostólica Imagen de la Virgen de la Soterraña de Antonio Alfin Estévez.
A la protección y tutela de la Virgen de la Soterraña se han encomendado siempre los abulenses “en las grandes calamidades y azotes públicos, tantas veces mitigados por su piadosa intercesión”, por lo que la imagen de la patrona es considerada por todos como una joya. La sagrada Imagen de la Virgen de la Soterraña, aparece a mediados del siglo IX, según el relato del cuadro que se encuentra a la entrada de la escalera de la capilla. En ese cuadro se “representa al santo rey Fernando III en la cripta soterraña, con varios personajes de su séquito piadosamente postrados ante la imagen de la Virgen. En su parte inferior se puede leer la siguíente inscripción: «Governando la Romana Nave Sergio II, la Monarquía de España D. Ramiro I y la silla Episcopal abulense D. Pedro I, año de Cristo de 843, a 7 de septiembre se manifestó milagrosamente en una de las soterrañas de este santo templo la Apostólica Imagen de Nuestra Señora, víspera de su Natividad Santísima, Venerada en el mesmo sitio desde aquellos hasta estos tiempos con el título de la Soterraña, la tradición tiene es del tiempo de los Apóstoles y por eso llamada Imagen Apostólica”, relata Antonio Alfin Estévez.
San Fernando III Rey de España fue muy devoto de la Virgen de la Soterraña a la que ofrecía novenas para agradecerla las victorias en el campo de batalla.
Las referencias sobre el culto a la Virgen durante la dominación musulmana pueden ser más confusos, aunque lo que está claro es que la comunidad mozárabe abulense se mantuvo fiel a su religión y mantuvo la fe en Cristo y su madre, al igual que ocurrió en Toledo, Córdoba o Mérida. “En el año 843, la Santísima Virgen quiso consolar y mitigar las penas de sus hijos fieles y alentar sus esperanzas con la milagrosa aparición de su Imagen en aquellas cuevas roquizas convertidas en la conocida cripta, durante el proceso de construcción de la actual Basílica, comenzada a principios del siglo XII” podemos leer en la Historia de la Virgen que como otras advocaciones marianas apareció junto a un manantial.
El niño en su brazo izquierdo y una manzana en su mano derecha
El aspecto “relativamente moderno” de la Virgen de la Soterraña data de finales del siglo XVI. Aunque las crónicas dicen que tuvo una presentación menos respetuosa en algunos momentos, atendiendo a las corrientes estéticas.
La talla es de “indudable arcaísmo por su tipo hierático y mayestático como corresponde a los más antiguos modelos de la iconografía mariana con un esbozo de sonrisa y rigidez y seriedad de rasgos. La imagen está entronizada en un regio sitial decorado con grecas alternadas de florecillas y arquitos. Tiene túnica rojiza y manto azul y el Niño Jesús primitivo debió estar sentado sobre la rodilla izquierda. El actual, que sostiene en el brazo izquierdo postizo, es del renacimiento. La cara es morena, los ojos rasgados y con un ligero esguince oblicuo que da al rostro un leve matiz oriental. Las manos parecen ser las primitivas y la derecha tiene una manzana, símbolo del pecado original”.
Alfonso Fernández de Valencia que fue obispo de Zamora durante el reinado de Pedro I de Castilla decía de la Soterraña que “el rostro grave, agraciado y hermoso es de tan celestial aspecto y belleza que infunde en las almas y corazones devotos consuelo y alegría, y juntamente un santo reverencial respeto. A quien atento la mira y a quien devoto la contempla le parece que está despidiendo resplandores celestiales, hallando en aquel cielo abreviado dulcísimos dones y venturas las almas que la visitan”.
Los grandes milagros de la Soterraña
Grandes milagros se le atribuyen a la patrona de Ávila como la curación de la ciega Ana de San Jerónimo, monja bernarda del Convento de Santa Ana y que cuenta el padre Juan Bonifacio, de la Compañía de Jesús, distinguido teólogo y eximio catequista,en su obra “De puerorum Institutione”. Según el padre Bonifacio, estando él en Ávila asistió a “la curación de una mujer ciega que recobró la vista y la salud al encomendarse a la Santísima Virgen María en la Capilla subterránea del terapo de los Santos Mártires Vicente, Sabina y Cristeta, en cuyo lugar una imagen antiquísima de la Purísima Madre de Dios es visitada y honrada con increíble concurso de hombres y mujeres”.
Cuenta el jesuita que “Ana de San Jerónimo había padecido continuas y dolorosas enfermedades y perdió por completo la vista a los 18 años de su profesión. En tan apurada situación y ante la ineficacia de los remedios humanos empleados, obtuvo permiso de sus superiores para salir del Convento, acompañada de su tía Ana de Villegas y acudir a la iglesia de San Vicente con el fin de encomendarse a ]a Santísima Virgen en su cripta de la Soterraña. A los quince días de estas fervorosas visitas, el 8 de mayo de 1570, después de confesar y comulgar, decidieron tía y sobrina permanecer en la Soterraña nueve horas, forma de novenario penitencial que entonces se usaba. A las cinco de la tarde experimentó la monja grandes sofocos y congojas hasta el punto de temerse por su vida, pero a los pocos instantes comenzó a volver en si y con gran alegría comprobó que veía con toda claridad, y experimentaba un alivio inusitado en todas sus demás dolencias, de las que también quedó curada”.
La historia destaca también como las plegarias a la Virgen de la Soterraña acabaron con la plaga de langosta del año 1652 cuando “una perniciosa plaga de langosta se abatió sobre los campos abulenses amenazando talar y destruir huertas y sembrados. Llevóse la Virgen a la Catedral y de vuelta a su iglesia, estuvo durante un novenario en el altar mayor de la Basílica, y dice Fernández Valencia: «Caso maravilloso que, antes de cumplirse el novenario, cesó de todo punto la plaga y toda la langosta se lanzó en el río Adaja donde se ahogó sin quedar el menor rastro de tan nocivas sabandijas” leemos en ‘La Historia de la Apostólica Imagen de la Virgen de la Soterraña’.
Insignes Santos devotos de la Virgen de la Soterraña
San Pedro de Alcántara, San Juan de la Cruz, Santo Tomás de Villanueva, que fuera vicario del convento de Gracia, San Francisco de Borja, los venerables Juan de Briviesca, y Mari Díaz y, la gran santa de Ávila, doctora de la Iglesia y fundadora de la orden de los Carmelitas Descalzos, Santa Teresa de Jesús, que ante la Virgen de la Soterraña se postró y se descalzó al iniciar su reforma, tradición corroborada por la fiesta anual que se celebraba en conmemoración de este grato suceso.
También se han postrado ante la Soterraña ilustres personajes como los Duques de Béjar y Marqueses de Gibraleón que, en agradecimiento a la curación prodigiosa de su ascendiente, Don Francisco de Zúñiga y Sotomayor, ocurrida el año 1591, dieron donaciones cuantiosas y valiosas joyas conservadas como el tesoro de la basílica de San Vicente.