“No podemos vivir como cristianos vergonzantes; la fe debe iluminar toda nuestra existencia”

Un momento de la charla de Mons. Rico, que abrió la jornada del envío

Este fin de semana se ha celebrado el envío a la misión de los agentes evangelizadores. Un momento en el que todos somos conscientes de que somos enviados en una misión común como parte de esta gran familia que es la diócesis. La jornada se abrió con las palabras de Mons. Jesús Rico, quien realizó una invitación a los asistentes a “volver a Jesucristo” y a hacer de su fe “una experiencia viva que transforme la propia vida y la sociedad”. En su intervención, subrayó la necesidad de “imaginar una pastoral dinámica, escuela de vida cristiana capaz de incidir en el tejido social”, especialmente al servicio de los más pobres y vulnerables.

Don Jesús recordó que “ya no basta mantener actividades tradicionales”, sino que “todo el pueblo de Dios debe sentirse parte activa de la Iglesia, donde sus voces sean escuchadas”. A la luz del proceso sinodal, pidió “una participación real de todos los bautizados” y la superación de cualquier visión clericalista: “El prototipo del cristiano es el bautizado; desde ahí se derivan ministerios y carismas”, señaló.

El obispo enmarcó su reflexión en el segundo momento del Plan Pastoral Diocesano 2024-2027, ‘Misioneros de la esperanza, la fe y la caridad’, destacando que este curso se centrará en la fe, en el marco del año jubilar que se abrirá en la diócesis por el III Centenario de la canonización de San Juan de la Cruz y el I Centenario de su proclamación como Doctor de la Iglesia. La definió como “una experiencia de encuentro interpersonal con Dios” que “no se reduce a un asentimiento intelectual ni a un conjunto de ideas”, sino que se manifiesta “en la confianza y la fidelidad personal al Señor”.

“Creer es decir ‘amén’ a Dios —afirmó—, apoyarse en Él, fundamentar la existencia en su amor y vivir desde la certeza de su victoria sobre las oscuridades del mundo”. Al hilo de esto, subrayó que “nadie puede tener fe por otro”, porque “la fe es una opción personal, un encuentro con Dios que nadie puede ahorrar”.

El obispo habló también de las crisis de fe, que consideró “oportunidades de purificación”, y animó a no temer esos momentos de oscuridad: “En tiempo de desolación, no hacer mudanza —recordó con palabras de San Ignacio—, sino apretar el acelerador de la fe”.

Mons. Rico insistió en que la renovación eclesial pasa por un retorno a lo esencial: “No bastan las reformas si no se vuelve al fundamento. Arraigar la fe en Jesucristo es la única manera de caminar creativamente hacia el futuro”. Invitó a los fieles a cuidar tres dimensiones de la vida cristiana:

  • La espiritual, basada en la oración, la escucha de la Palabra y la Eucaristía.

  • La racional, que exige formación para dar razón de la fe “en una sociedad plural y marcada por el fundamentalismo”.

  • La cívico-social, que se traduce en compromiso por la justicia y la dignidad de la persona: “Un espiritualismo sin compromiso desvirtúa el cristianismo”, advirtió.

En el tramo final de su intervención, Mons. Rico hizo una especial referencia a San Juan de la Cruz, “testigo luminoso de la fe purificada en la noche oscura”. Recordó que el santo abulense enseña que la verdadera fe “nace y crece en la oscuridad”, cuando el alma aprende a confiar sin apoyarse en seguridades humanas. “Solo quien pasa por la noche del espíritu y se deja conducir por la luz interior del Amor —afirmó el obispo— puede decir que su fe es firme, madura y libre”.

El obispo concluyó exhortando a los agentes de pastoral a ser testigos coherentes del Evangelio en todos los ámbitos de la vida, sin ocultar su fe ni relegarla al ámbito privado. “No podemos vivir como cristianos vergonzantes —dijo—. Nuestra fe no se cuelga en la percha al entrar en el trabajo o en la universidad. Debe iluminar toda la existencia”. Los animó a ser “signos de esperanza y amor en medio del mundo”, testimoniando que “la fe auténtica no encierra, sino que impulsa a salir al encuentro de los demás, especialmente de los que sufren”.

Apuesta por la sinodalidad

Por su parte, el vicario de Pastoral, D. Jorge Zazo, situó el Plan Pastoral Diocesano dentro de una “armonía mayor”, al afirmar que “no es el canto de un solista, sino una pieza dentro de una sinfonía eclesial más amplia que es importante conocer y comprender”. Subrayó que la gran apuesta de la Iglesia universal en este tiempo es profundizar en el estilo sinodal, recordando que el Sínodo sobre la sinodalidad “no queda anclado en el tiempo, sino que exige desarrollo e implementación”. “No se trata solo de qué hacemos —afirmó—, sino de por qué lo hacemos: por la conciencia de ser pueblo de Dios bautizado, capaces de invocar y escuchar al Espíritu, introduciendo en nuestra práctica pastoral los mecanismos de sinodalidad”.

Zazo explicó que el plan pastoral diocesano se inscribe además en tres marcos de referencia: el universal, con la llamada a vivir el estilo sinodal; el nacional, iluminado por el Congreso de Laicos y la renovación de la conciencia vocacional del cristiano; y el regional, en el seno de la Iglesia en Castilla, que celebrará una asamblea eclesial el próximo mes de mayo para concretar la conversión misionera de sus estructuras.

Finalmente, evocó las palabras de San Bernardo, quien definía la fe como “un muestrario de la eternidad”, capaz de abrazar pasado, presente y futuro “para que nada pase de largo, nada perezca y nada prevalezca”. Con esta imagen, el vicario invitó a los evangelizadores a vivir el plan pastoral “centrados en lo esencial, en lo que no cambia”, recordando que la fe permite reconocer la presencia de Dios “incluso en la noche oscura de la historia”, y confiar solo en Él como respuesta definitiva del corazón humano.

Missio canónica para los profesores de Religión

Al término de las intervenciones del obispo y del vicario de pastoral, Mons. Rico hizo entrega a los profesores de religión de la Missio Canónica, el documento por el cual quedan autorizados y legitimada su labor docente en la diócesis. Consiste en un acto de confianza y legitimación, donde se otorga la facultad al profesor para actuar como testigo y evangelizador, transmitiendo la doctrina cristiana. 

La jornada del sábado concluyó con la celebración del envío mediante la Eucaristía que tuvo lugar en la iglesia episcopal de San Ignacio.